El diente estaba incluido en una matriz de sedimento más o menos esférica y que en su parte superior medía unos 16 centímetros en su longitud máxima.
Comencé descubriendo el diente para ver hasta donde llegaba y si presentaba alguna fractura.
A continuación fui haciendo una especie de pedestal para intentar que el diente pudiese desprenderse sin daños del sedimento.
Con bastante cuidado, fui consolidando la raiz y las partes de diente que estaban agrietadas.
Según avanzaba en la limpieza comprobé que el diente tenía una fractura y que le faltaba una de las raices.
También apareció una costra blanquecina entre las dos cúspides más altas, que podría deberse a la presencia de carbonatos.
Una vez que el "pedestal" me dio la suficiente seguridad como para no dañar al diente, conseguí separar la matriz sedimentaría del resto fósil.
En ese momento, pude limpiar la zona de la fractura, que se había rellenado de sedimento.